viernes, 13 de noviembre de 2009

"Acá nos esconden"

El parador nocturno de Retiro brinda techo, comida y aseo a sólo 200 de las más de 11 mil personas en situación de calle. Sin embargo, por los horarios de entrada y salida, se hace casi imposible reingresar al mercado laboral.

Es uno de los días más fríos del año y unos 15 señores de edad avanzada hacen fila por una cama dentro del parador retiro. A sus espaldas se erigen las enclenques edificaciones de la villa 31 y enfrente, mirando hacia el edificio verde oliva de la Gendarmería Nacional, a tono con el clima espeso y nublado, otro grupo de señores mayores un tanto más abatidos toman cachuña mientras se hacen un lugar entre la mugre de la vereda, antes de acostarse a dormir. (La cachuña es una mezcla de alcohol etílico y agua, brebaje nacido en las calles para quemar con idéntica infalibilidad entrañas y pensamientos; para apresurar aquello que la miseria se toma su tiempo en liquidar). La calle está desolada: nadie más se asoma por estos lugares, salvo los autos que salen arando del estacionamiento del supermercado Coto. Los 15 hombres de la fila saben que de no haber llegado temprano, se hubieran perdido de una de las escasas 200 camas que ofrece el parador, y tendrían que dormir entre grupos como aquél de la vereda o como los que duermen en la estación. Por eso están allí desde la una o las dos de la tarde, haciendo dos cuadras de cola para conseguir un número del 1 al 200 que les asegure un lugar cálido a resguardo de la intemperie.
"Trabajamos con una población de hombres de una edad promedio de 45 años, que por problemas laborales o familiares han quedado en la calle", relata Fabián, coordinador del parador desde hace un año, aunque trabaja allí como asistente social desde el 2003. En ese año, lo que era un enorme depósito en desuso de la aduana, fue cedido al ministerio de desarrollo social, con el objetivo de poner un parche a la crisis social que había empujado fuera del sistema laboral a un importante sector de la población, que se hizo visible tras el estallido de 2001.
Desde su inauguración hasta el presente, 6.500 personas han pasado por el parador, según consta en los cuadernos de registro. La mayoría de ellos "vienen desde el interior en busca de trabajo y han quedado varados aquí", explica el coordinador. Y aclara: "el objetivo del parador retiro es que funcione como un trampolín para la reinserción social de las personas en situación de calle". Sin embargo, desde la puerta y dentro del galpón se escuchan otras voces, como la de Daniel, llegado de Córdoba dos meses atrás, en los que estuvo trabajando hasta quedar desempleado: "Acá nos esconden. Lo que se necesita es un trabajo digno", dice. El problema central son los horarios: las puertas se abren a las ocho de la mañana, luego de ofrecer a los asilados un desayuno, y en épocas de intenso frío, donde una cama cálida es muy preciada, hay que hacer cola desde el mediodía, por lo que el margen horario para conseguir un trabajo es escaso. Daniel se queja: "Esto es sólo un negocio, porque con los horarios que se manejan es imposible salir de esta situación. Alimentan la vagancia".
El reloj marca las siete y media de la noche y todavía hay gente insistiendo por entrar. Tocan el timbre. Al rato, aparece Fabián con malas noticias: está lleno, no hay más lugar. La única salida entonces es recurrir al BEPO, el centro de evacuados del barrio de La Boca. Rodrigo, un pibe bastante joven, una extrañeza en este lugar, tuvo problemas de comportamiento hace muy poco dentro del parador y ya no lo dejan pasar: "Esto es un circo", protesta. Una semana atrás, entraron las cámaras de televisión y, mientras la ministra de desarrollo social, Eugenia Vidal, daba un discurso sobre el "Operativo Frío", "filmaron todo como si esto fuera algo lindo". Rodrigo no quedó conforme ante esa situación y parece no poder volver a entrar, al menos por un tiempo. "Pero la realidad es que esto está saturado", concluye luego.
El gobierno de la ciudad de Buenos Aires puso en marcha hacia fines de Julio el "Operativo frío", con el fin de extender el servicio de asistencia a las personas en situación de calle, aumentando las horas de atención en paradores y hogares. Pero simultáneamente una denuncia de la ONG Proyecto 7 hizo pública la cifra de un total de 113 muertes de personas sin techo desde mediados del año pasado, ante la ausencia de estadísticas oficiales por parte del gobierno, cuyos últimos indicadores sociales datan de 2006. La política social del gobierno porteño está lejos de convencer a las organizaciones sociales. La oficina de América Latina de Médicos del mundo, con sede en nuestro país, reveló que en la actualidad son cerca de once mil las personas en situación de calle en la ciudad, número que se incrementó por la política de "desalojos silenciosos" –según la definió el propio Jefe de Gabinete, Rodríguez Larreta –durante la gestión actual. Para colmo de males, trabajadores sociales del parador retiro denuncian por lo bajo que Pablo Gabriel Díaz, director del área de Atención Inmediata, de la cual dependen todos los paradores y la ayuda social de la ciudad, sería el jefe en las sombras de la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP), denunciada por reprimir violentamente a los cartoneros y personas que duermen en la vía publica (ver pág. 3). Al respecto, el coordinador afirma "desconocer" la situación.
Desde Junio del año pasado, por orden del Juez en lo contencioso administrativo Roberto Gallardo, el parador se encuentra intervenido por la justicia. La orden surgió luego de una denuncia ante la defensoría del pueblo realizada por los concurrentes del parador, quienes manifestaron sufrir malos tratos, condiciones pésimas de higiene, casos de sarna y hasta mordeduras de ratas. El anterior coordinador del parador, Emiliano Marrante, recusó al Juez antes de renunciar, y el gobierno de la ciudad apeló el fallo que obligaba realizar un urgente plan de obras de restauración, bajo amenaza de clausura. Aunque las reparaciones se hicieron, la causa sigue naufragando en los tribunales porteños, por lo que el interventor sigue redactando partes, en los que consta que se adeudan algunos sueldos de personal desde el mes de Mayo, que los empleados de limpieza están en negro cobrando 800 pesos, y que existe un déficit en las tareas de mantenimiento. Fuentes que trabajan dentro del parador confiesan que la caótica situación vivida y el vertiginoso plan de obras de reparación respondieron a causas políticas. "Al embarazarse la ministra Vidal, queda a cargo del ministerio el diputado Estaban Bullrich, que responde a López Murphy. Por un pase de facturas, le recortaron fuertemente el presupuesto y toda el área social se vino abajo. El parador, por supuesto, no fue ajeno a esta situación, pero al diputado mucho no le importó", cuentan. La ministra volvió de su licencia con un nuevo presupuesto bajo el brazo. Pero los rumores de cierre son una constante en el humor callejero. "Hace cinco años que dicen que esto se va a cerrar", responde Fabián, "siempre que hay elecciones corre ese rumor". "Si lo cierran va a ser un genocidio", concluye Daniel.
Honrar la Vida.

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