viernes, 1 de julio de 2011

Darío y Maxi están presentes en cada Lucha

Darío y Maxi eran dos pibes comunes, dos pibes que construían en los barrios, y luchaban por una vida mas digna. Allá por aquellos años donde de los barrios íbamos reconstruyendo una alternativa popular, una alternativa de cambio.
Darío y maxi son dos compañeros que simbolizan no solo la lucha y el sacrificio que ellos emprendían día a día, sino más bien la lucha de todo un pueblo, de un país, desde La Quiaca a Ushuaia. Que resistía contra el avance de las políticas de vaciamiento y hambre, planificadas desde la dictadura para delante, con los Alfonsín, los Menem, los Duhalde, los Macri, los Kirchner, y todos esos hijos de puta. Son la expresión de la organización y la lucha.
De la esperanza.
Darío y Maxi no pueden entenderse sin la resistencia, sin las puebladas de Cutral-Co y Mosconi, sin la rebelión del 2001, pero tampoco sin el trabajo gris, sin el trabajo diario, de generar conciencia, que se expresaba en acciones concretas. Por eso estos compañeros también son Teresa Rodríguez, son Aníbal Verón, son Pocho Lepratti, son los muertos de diciembre del 2001, son Fuentealba.
El 26 de Junio de 2002 alrededor de cuatro mil manifestantes se habían movilizado para realizar el corte del Puente Pueyrredón. Sin embargo al llegar se encontraron con más de cuatrocientos efectivos de cuatro fuerzas de represión uniformados y de civil. La novedad era que al menos dos “grupos de tareas” se conformaron de forma ilegal y dispararon con balas de plomo contra los manifestantes en una operación policial que escondía una operación política para desacreditar y desarticular a las organizaciones piqueteras.
Sin embargo, los responsables políticos de esta operación no solo siguen libres, sino que, con total impunidad y sin escrúpulos, vuelven a ser candidatos, como el caso de Eduardo Duhalde, máximo responsable de los asesinatos, siendo el Presidente de la Nación en aquel entonces y quien diera la orden de la represión; Felipe Sola, gobernador de la provincia de Buenos Aires, hoy otra ves candidato; y otros que siguen ocupando cargos en el actual gobierno, como Aníbal Fernández, en aquel entonces Secretario de la Presidencia, hoy jefe de gabinete de los Kirchner.
Mientras en el poder siguen los mismos, nuestras condiciones de vida no han cambiado: aún hoy la salud y la educación siguen siendo un negocio para unos pocos, un cuarto de los argentinos somos desocupados, y los que todavía tienen trabajo lo hacen en condiciones super precarizadas, con el miedo permanente de sufrir un ajuste que los deje en patitas a la calle. Aún hoy los barrios se inundan, y nuestros pibes siguen muriendo de enfermedades que con el avance de la tecnología podríamos preveer y curar.
Es por esto y por mucho más que, aún hoy, a 8 años, seguimos en pie, luchando, construyendo poder popular desde abajo, desde los barrios, desde las fabricas y trabajos, desde escuelas y universidades, para que de una vez por todas construyamos una salida a las injusticias que vivimos día a día.
Porque es en la lucha donde, nosotros como pueblo, aprendemos a caminar y a construir nuestro propio destino. Y en esa lucha de un lado están los ricos, los jueces, la policía, los gobiernos; y del otro, un pueblo desocupado y trabajador, muchas veces deja compañeros en el camino. Por los que debemos seguir adelante.
No es la sangre de una persona: es la sangre de un pueblo que siembra rebeldía, que nos carga de odio y de amor para seguir adelante.

La lucha sigue!
Vamo a pelear hasta ser Libres!!!

La sangre de los caídos no se negocia!


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