En este 36
aniversario de la Dictadura Militar proponemos no olvidar nunca el terror que
hemos vivido como pueblo. El terror de la tortura, la persecución, los
desaparecidos; y también el de las nefastas consecuencias del modelo social y
económico con que cada familia fue golpeada desde entonces. Como dicen las
Madres de Plaza de Mayo: Ni olvido ni perdón.
Pero no sólo
eso: mucho más nos interesa recordar a los hombres y mujeres que fueron
desaparecidos por querer construir un país más justo e igualitario. Hombres y
mujeres que allá por los años 60 y 70 lucharon por una vida más digna y por
derechos concretos que aún hoy siguen sin cumplirse para muchos de nosotros.
Sólo mediante el secuestro y la tortura en
centros clandestinos de detención y el asesinato de aquellos 30 mil hombres y
mujeres fue posible imponernos un modelo económico afín a las exigencias y los intereses
de los grandes grupos económicos y las empresas multinacionales.
La dictadura fue el resultado de un acuerdo
de objetivos estratégicos entre torturadores y empresarios. Por un lado, cortaron
de cuajo el proceso de luchas y experiencias acumuladas durante décadas por un
pueblo que crecía en conciencia y combatividad, y que caminaba firme hacia un
proyecto de liberación. Por otro, mientras se diezmaba su resistencia, caían sobre
el pueblo las consecuencias del robo sistemático de la economía del país, el
crecimiento de la deuda externa, el masivo desempleo, la miseria planificada,
etc.
Lo mismo pasaba
en toda Latinoamérica, años antes, años después. Estados Unidos, sus empresas,
sus bancos, sus agentes, prepararon especialmente para la “guerra sucia” a los
militares que dieron los golpes de Estado y masacraron a toda una generación
militante que en Uruguay, Chile, Perú, Bolivia, Brasil y Argentina no estaba
dispuesta a que sigamos sometidos por los intereses extranjeros. Fue un
genocidio planificado a nivel político y económico para tenernos sometidos al
miedo y a la dependencia por muchos años, en todo un continente, y cuyas
consecuencias se siguen extendiendo en esta realidad que nos toca vivir hoy.
¿Y hoy? ¿Qué hacemos nosotros con esta
historia de miedo y también de lucha que heredamos? ¿Qué pensamos, cómo
actuamos, qué proponemos? Nuestro nunca más no sólo mira al pasado y dice
“Nunca más dictadura y terrorismo” sino que es un mensaje a futuro. De los
desaparecidos no quedará el llanto eterno por su ausencia sino la concreción de
sus ideas y sus actos en nuestras propias ideas y actos. Es decir, su vida, no
su muerte. El ejemplo de su militancia cotidiana. Las luchas sindicales,
barriales, por derechos concretos. La extensa y profunda participación, la
organización frente a gobiernos que no representan los intereses del pueblo.
…nunca más haya un pibe con hambre,
…nunca más una familia sin techo,
…nunca más pibe sin educación,
…nunca más el flagelo de la desocupación,
…nunca más el ataque a cualquier intento de organización popular,
…nunca más el saqueo de los bienes naturales,
…nunca más “tragedias” prevenibles como
Cromañón y Once que matan a nuestro pueblo mientras se llenan los bolsillos de
empresarios,
…nunca mas la violación cotidiana de nuestros
derechos humanos básicos como la salud, la educación, la vivienda y el trabajo.
DONDE HAYA INJUSTICIAS SEGUIREMOS RESISTIENDO
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