Los desmontes y los desalojos violentos de familias enteras, no son cosa nueva en el norte argentino, y en particular en la provincia de Santiago del Estero. La cuestión es simple, y es que cuando se trata del avance de la sojizacion, no hay “derecho humano” que valga, y los que no tienen nombres ni rostros, los disfuncionales a este sistema de mierda que a su vez es disfuncional a la vida, claro, que se pudran en el olvido.
El empresario santafesino de la soja, Ciccioli, ha sido señalado por el MOCASE como el autor intelectual del asesinato, y los hermanos Javier y Arturo Juárez como los sicarios de este crimen por encargo.
Es práctica habitual en estos ladrones de guantes blancos, el contratar bandas armadas, verdaderos grupos paramilitares, cuyas funciones principales, son: custodiar propiedades mal habidas con el beneplácito de los gobiernos provinciales y autoridades locales, y amedrentar y desalojar a los campesinos de los territorios, con la perspectiva de continuar acaparando tierras. Ejemplos concretos de esta compleja situación, son los ataques, las quemas de viviendas y bienes, el envenenamiento de animales, las detenciones injustificadas (y aquí mismo se delata el trasfondo de complicidad del poder político). En este sentido, es permanente el hostigamiento que sufre el campesinado pobre, las familias agricultoras.
Asimismo, cabe aclarar que la organización y la resistencia de las comunidades, han conseguido evitar el desalojo y el desmonte de hectáreas que se cuentan por miles, esto, a través de la lucha decidida y firme.
Compañero Cristian, olvidar o desconocer el significado de tu lucha, que había detrás de tu nombre, el sentido que le dabas a tu vida, y quedarse de brazos cruzados ante tanta injusticia, eso es estar muerto. Tu sacrifico, no será en vano.
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